sábado, 5 de agosto de 2017

Los aviones de la Guerra Fría desde los que Trump puede desatar un ataque nuclear

ASÍ SON LOS BOEING E-4B

Hay un avión casi desconocido que está diseñado para llevar al Presidente de EEUU y, a la vez, ordenar el lanzamiento de misiles nucleares. Se trata de los Boeing E-4B de los años 70


Por Pepe Cervera para El Confidencial

Su apodo es ‘Air Force One cuando importa’, ya que se diseñaron para servir como puesto de mando volante para la guerra nuclear. Sólo hay cuatro ejemplares, y dos de ellos quedaron dañados recientemente por un tornado en su base de Offutt, Nebraska. Fueron creados durante la Guerra Fría para servir como último refugio del Presidente de EEUU o de su sucesor en caso de apocalipsis atómico, con la capacidad no sólo de sobrevivir, sino de ordenar una represalia nuclear con el potencial de acabar con la vida en nuestro planeta. Son los E-4B Advanced Command Post (National Airborne Operations Center) y aún hoy, con sólo dos operativos, uno de ellos está disponible 24/7/365 siempre cerca del presidente, incluso cuando viaja.

Aunque técnicamente ‘Air Force One’ es cualquier avión que transporte al presidente de Estados Unidos todo el mundo conoce los Jumbos modificados que suelen cumplir esta función en viajes internacionales llamados VC-25, que están equipados con sistemas especiales de comunicación para asegurar la conectividad. También son conocidos, aunque menos, los Boeing E-6 TACAMO que garantizan la comunicación entre la autoridad de mando estadounidense y sus fuerzas nucleares, incluyendo submarinos de misiles balísticos sumergidos en la otra punta del planeta.

Pero hay un aparato casi desconocido que está diseñado para cumplir ambas misiones a la vez: llevar al Presidente (o a la mayor autoridad civil que todavía quede) y ordenar el lanzamiento de misiles a cualquier componente de la tríada nuclear estadounidense tras un ataque contra el país. Están diseñados para sobrevivir al pulso electromagnético de una explosión nuclear, pueden volar sin tener que aterrizar hasta una semana (repostando en el aire) y son los verdaderos aviones del apocalipsis, ya que reúnen la autoridad y la capacidad de causar el fin del mundo. Son los 4 E-4B de la USAF, y aunque tres de ellos fueron construidos en la década de los 1970 siguen cumpliendo su misión.

La historia de estos aparatos comienza en los años 70 del pasado siglo, cuando Boeing ofreció a la USAF dos ejemplares de su Boeing B-747-200 construidos para una aerolínea que había cancelado el pedido. El ejército del aire estadounidense adquirió estos dos ejemplares, seguidos de un tercero, para reemplazar los Boeing EC-135 que por aquel entonces se encargaban de la misión Looking Glass: asegurar el contacto entre el mando y las fuerzas nucleares en caso de guerra atómica.

Los aparatos que cubren esta misión llevan a bordo un oficial de rango general con la autoridad y la capacidad de dar las órdenes de lanzamiento de misiles nucleares en caso de que los centros de mando hayan sido destruidos. Los 747-200 fueron modificados para ello, recibiendo las adecuadas infraestructuras de comunicación, y entraron en servicio entre 1974 y 1975 con la designación E-4A y motores más avanzados que los de los 747-200 comerciales. Respecto a los EC-135, los E-4A ofrecían mayor espacio para tripulantes y equipo y la posibilidad de mantenerse en vuelo durante más tiempo.

Hasta finales de noviembre de 1979 no llegó el primero de los modelos E-4B, que se distinguía de sus predecesores al incluir un gran radomo por detrás de la característica ‘joroba’ de los Jumbo. Este dispositivo protege una antena de comunicaciones vía satélite y se instaló también en los E-4A a principios de los 80.

Estos aviones disponen de comunicaciones vía satélite y de radio incluso con submarinos sumergidos vía una antena colgante de 8 km

En 1985 los cuatro ejemplares habían sido remodelados al estándar más avanzado y disponen de sistemas electrónicos ‘endurecidos’ contra pulsos electromagnéticos (EMP, en sus siglas en inglés), sistemas de defensa activos, comunicaciones vía satélite y de radio incluso con submarinos sumergidos vía una antena colgante de ocho kilómetros, capacidad de repostaje en vuelo y el potencial de mantenerse en el aire mientras dure el lubricante de los motores, hasta una semana. Su tripulación máxima de 112 personas lo convierte en el avión con más personal de toda la USAF.

Los sistemas electrónicos están especialmente protegidos del pulso electromagnético mediante apantallamiento del cableado, que incluye redes metálicas como las de las puertas de los microondas en las ventanillas que protegen la electrónica de la cabina; para aumentar su capacidad de supervivencia los aviones conservan el instrumental de vuelo analógico de sus antepasados.
Especialmente complicado resultó proteger del EMP el carrete de la antena colgante, muy sensible a estos efectos. Se calcula que cada uno de los cuatro ejemplares costó alrededor de 250 millones de dólares de la época; más recientemente (en 2005) Boeing recibió un contrato de mantenimiento y mejoras de 5 años por valor de 2.000 millones. Se calcula que el coste de la hora de vuelo de cada E-4B supera los 160.000 dólares (136.500 euros). No se ha publicado si se repararán los dos ejemplares dañados hace poco en Offutt por un tornado o cuál puede ser el coste; la USAF afirma que con dos basta para cumplir las misiones encomendadas. En 2006 se anunció un plan para retirar el modelo del servicio, pero se canceló en 2007; se consideró que las capacidades del aparato no tienen recambio.

Su apodo es ‘Air Force One cuando importa’, ya que se diseñaron para servir como puesto de mando volante para la guerra nuclear. Sólo hay cuatro ejemplares, y dos de ellos quedaron dañados recientemente por un tornado en su base de Offutt, Nebraska. Fueron creados durante la Guerra Fría para servir como último refugio del Presidente de EEUU o de su sucesor en caso de apocalipsis atómico, con la capacidad no sólo de sobrevivir, sino de ordenar una represalia nuclear con el potencial de acabar con la vida en nuestro planeta. Son los E-4B Advanced Command Post (National Airborne Operations Center) y aún hoy, con sólo dos operativos, uno de ellos está disponible 24/7/365 siempre cerca del presidente, incluso cuando viaja.

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Aunque técnicamente ‘Air Force One’ es cualquier avión que transporte al presidente de Estados Unidos todo el mundo conoce los Jumbos modificados que suelen cumplir esta función en viajes internacionales llamados VC-25, que están equipados con sistemas especiales de comunicación para asegurar la conectividad. También son conocidos, aunque menos, los Boeing E-6 TACAMO que garantizan la comunicación entre la autoridad de mando estadounidense y sus fuerzas nucleares, incluyendo submarinos de misiles balísticos sumergidos en la otra punta del planeta.

Pero hay un aparato casi desconocido que está diseñado para cumplir ambas misiones a la vez: llevar al Presidente (o a la mayor autoridad civil que todavía quede) y ordenar el lanzamiento de misiles a cualquier componente de la tríada nuclear estadounidense tras un ataque contra el país. Están diseñados para sobrevivir al pulso electromagnético de una explosión nuclear, pueden volar sin tener que aterrizar hasta una semana (repostando en el aire) y son los verdaderos aviones del apocalipsis, ya que reúnen la autoridad y la capacidad de causar el fin del mundo. Son los 4 E-4B de la USAF, y aunque tres de ellos fueron construidos en la década de los 1970 siguen cumpliendo su misión.

La historia de estos aparatos comienza en los años 70 del pasado siglo, cuando Boeing ofreció a la USAF dos ejemplares de su Boeing B-747-200 construidos para una aerolínea que había cancelado el pedido. El ejército del aire estadounidense adquirió estos dos ejemplares, seguidos de un tercero, para reemplazar los Boeing EC-135 que por aquel entonces se encargaban de la misión Looking Glass: asegurar el contacto entre el mando y las fuerzas nucleares en caso de guerra atómica.

Los aparatos que cubren esta misión llevan a bordo un oficial de rango general con la autoridad y la capacidad de dar las órdenes de lanzamiento de misiles nucleares en caso de que los centros de mando hayan sido destruidos. Los 747-200 fueron modificados para ello, recibiendo las adecuadas infraestructuras de comunicación, y entraron en servicio entre 1974 y 1975 con la designación E-4A y motores más avanzados que los de los 747-200 comerciales. Respecto a los EC-135, los E-4A ofrecían mayor espacio para tripulantes y equipo y la posibilidad de mantenerse en vuelo durante más tiempo.

Hasta finales de noviembre de 1979 no llegó el primero de los modelos E-4B, que se distinguía de sus predecesores al incluir un gran radomo por detrás de la característica ‘joroba’ de los Jumbo. Este dispositivo protege una antena de comunicaciones vía satélite y se instaló también en los E-4A a principios de los 80.
Estos aviones disponen de comunicaciones vía satélite y de radio incluso con submarinos sumergidos vía una antena colgante de 8 km

En 1985 los cuatro ejemplares habían sido remodelados al estándar más avanzado y disponen de sistemas electrónicos ‘endurecidos’ contra pulsos electromagnéticos (EMP, en sus siglas en inglés), sistemas de defensa activos, comunicaciones vía satélite y de radio incluso con submarinos sumergidos vía una antena colgante de ocho kilómetros, capacidad de repostaje en vuelo y el potencial de mantenerse en el aire mientras dure el lubricante de los motores, hasta una semana. Su tripulación máxima de 112 personas lo convierte en el avión con más personal de toda la USAF.

Los sistemas electrónicos están especialmente protegidos del pulso electromagnético mediante apantallamiento del cableado, que incluye redes metálicas como las de las puertas de los microondas en las ventanillas que protegen la electrónica de la cabina; para aumentar su capacidad de supervivencia los aviones conservan el instrumental de vuelo analógico de sus antepasados.

Especialmente complicado resultó proteger del EMP el carrete de la antena colgante, muy sensible a estos efectos. Se calcula que cada uno de los cuatro ejemplares costó alrededor de 250 millones de dólares de la época; más recientemente (en 2005) Boeing recibió un contrato de mantenimiento y mejoras de 5 años por valor de 2.000 millones. Se calcula que el coste de la hora de vuelo de cada E-4B supera los 160.000 dólares (136.500 euros). No se ha publicado si se repararán los dos ejemplares dañados hace poco en Offutt por un tornado o cuál puede ser el coste; la USAF afirma que con dos basta para cumplir las misiones encomendadas. En 2006 se anunció un plan para retirar el modelo del servicio, pero se canceló en 2007; se consideró que las capacidades del aparato no tienen recambio.

El Boeing E-4B en pleno vuelo

La misión original de estos aparatos era la conocida como National Emergency Airborne Command Post (NEACP, puesto de mando aerotransportado para emergencias nacionales), con la capacidad secundaria de cubrir las Looking Glass; para su misión primaria se encontraban estacionados en la base aérea de Andrews, en Maryland, cerca de Washington, de modo que el presidente y/o el secretario de defensa pudiesen abordarlos con rapidez en caso de emergencia. Los E-4B también son el avión que suele usar el secretario de defensa en sus viajes internacionales.

Tras la introducción de los VC-25 y el fin de la Guerra Fría los E-4B cambiaron de misión y empezaron a ser usados como puestos de mando aerotransportados utilizados por FEMA (federal emergency management agency, agencia federal de gestión de emergencias) en caso de emergencias civiles. La nueva misión se conoce como National Airborne Operations Center (NAOC, centro nacional de emergencias aerotransportado). Uno de estos aparatos acompaña al presidente en sus viajes al extranjero, aterrizando habitualmente en una ciudad próxima a donde se encuentra la autoridad máxima. Posteriormente se decidió trasladar la base de esta unidad, apodada ‘Nigthwatch’ (guardia nocturna, a Offutt, Nebraska, aunque hasta 1994 siempre se mantuvo un aparato de guardia en Andrews.


Cuentan con 29 consolas informáticas en las que trabajan controladores, oficiales de lanzamiento, un experto meteorológico y un jefe de combate

Loa aviones tienen tres cubiertas: nivel de vuelo, intermedio e inferior. En la cubierta de vuelo está la carlinga, con espacio para piloto, copiloto, navegante e ingeniero de vuelo; incluye un compartimento de navegación extra con respecto a los 747 civiles y un área de descanso para la tripulación. El nivel intermedio tiene en la parte delantera tiene una pequeña cocina con capacidad para preparar 100 comidas calientes así como asientos para escoltas y guardaespaldas; tras la puerta de entrada está el área reservada a la NCA que consiste en una suite ejecutiva con una oficina, un vestíbulo con sillones, un dormitorio y un vestidor, todo ello equipado con sistemas de comunicaciones seguros. Además hay una sala de conferencias, con una mesa con nueve plazas, y una sala de proyecciones con pantallas planas que tiene 3 plazas ejecutivas y 18 asientos más.

Detrás está la zona de operaciones con 29 consolas informáticas en las que trabajan controladores, oficiales de lanzamiento, un experto meteorológico, personal administrativo y un jefe de combate. En las misiones Looking Glass siempre hay un oficial con rango de general con sus dos ayudantes; en las NAOC puede embarcar algún miembro de la Autoridad Nacional de Mando (NCA).

Más atrás está el centro de control técnico, que con seis consolas se encarga de mantener abiertas las múltiples líneas de comunicaciones a que tiene acceso el aparato; uno de los técnicos se encarga del vital enlace SHF de satélite a través de la gran antena dorsal bajo el radomo. La parte posterior contiene un área de descanso para los técnicos y contiene almacenamiento para provisiones de boca; también se usa para potenciales ceremonias religiosas.

En el piso inferior están los equipos eléctricos y electrónicos, depósitos de agua, los transmisores y la electrónica de los vínculos de satélite. También hay una escalera retráctil (que puede ser ejectada en caso de emergencia), las consolas de mantenimiento y el equipo especializado; detrás está el sistema de la antena colgante (TWA: trailing wire antenna) de 8 km que se puede usar entre otras muchas cosas para comunicaciones con submarinos sumergidos. Los aparatos pueden recibir combustible en vuelo; hacen falta dos aviones cisterna KC-135 para rellenar por completo sus tanques. Al menos en una ocasión uno de los aviones voló durante más de 35 horas seguidas para poner a prueba su capacidad de vuelo prolongado.

En suma: se trata de aviones muy especializados, capaces de mantener a salvo al mando supremo estadounidense y de proporcionarle la posibilidad de emplear toda su capacidad de respuesta incluso en condiciones de guerra nuclear. Una capacidad única para unos aparatos que no tienen rival, y que sin embargo siguen siendo vulnerables a los ataques de la madre naturaleza.

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